Pese a que el concepto de amor parece estar claro entre mis lectores (no necesariamente han de compartirlo), vale la pena dejarles esta inquietud sobre la importancia de este sentimiento recordando el experimento llevado a cabo por el psicólogo norteamericano Harry Frederick Harlow, una experiencia que a la luz de nuestros avances en materia de respeto a los animales resulta depravada, sin embargo, hay que entender que en el siglo pasado se consideraba que los animales tenían como “misión” servir a los “superiores” propósitos humanos, aunque muchos de los supuestos que los actuales científicos adoptan a la hora de considerar las dimensiones morales de sus experimentos (para bien o para mal) con estos monos altamente sociables, provienen del trabajo de Harlow.
El experimento consistía en desprender a un mono Macacus Rhesus recién nacido de su madre y obligarlo a compartir sus primeros días de vida con dos robots. El primer robot era una burda imitación metálica de otro mono con dos “pezones” que le proveían leche permanentemente, el otro era una imitación más elaborada con una suave piel de lana que lo recubría. La cría pasaba la mayor parte del tiempo con este último, pero sólo acudía al primero cuando tenía hambre.
Podríamos sacar varias conclusiones.
- El mono necesitaba más del calor y el alimento era algo necesario pero no importante.
- El mono necesitaba afecto y el alimento era algo necesario pero no importante.
- El mono necesitaba del calor y del afecto.
- El mono se identificaba más con el mono peludo y buscaba su cercanía social.
Siendo el mono un animal con hábitos sociales como los nuestros podríamos concluir finalmente que al necesitar afecto, calor e identificación necesitaba de algo muy similar o idéntico a lo que nosotros llamamos amor, por encima de otras necesidades.
La mayoría de nosotros se pasa la vida buscando la aprobación y el afecto de los demás. Esto no está mal, deberíamos aceptarlo y no pretender borrar esa necesidad anteponiendo intereses de otro tipo. Lo que nos puede ayudar a sobrevivir como especie en medio de esta incertidumbre de los tiempos modernos es precisamente lo que nos ha permitido llegar a ser humanos: el amor, la racionalidad y el gregarismo (en orden de importancia). Saquemos de nuestra mente la idea de que el éxito se mide por las posesiones materiales, recordemos que la felicidad no puede depender de algo externo y efímero, un desastre natural podría arrasar nuestras pertenencias.
Vivamos por el amor, comamos sólo para vivir.